LEYENDAS DEL CAMINO
Como el agua en las rocas, el tiempo va pasando,
colocando sus piezas en un fingido azar;
la madeja de Ariadna se fue desenredando,
poniendo fin a un cuento que no supo acabar.
Fue como Cenicienta ya lo había soñado,
como supo Odiseo en sus viajes por mar:
La vida son mil sendas plagadas de altibajos
y no está permitido pararse o desandar.
Piensa que aquellos héroes que durmieron tu infancia
no viven en el mundo, no son algo real;
sastrecillo valiente, o mosquetero en Francia,
lo saben bien: no siempre espera un buen final.
Y si te derrumbaras, si perdieras el norte,
fija la vista al frente, no mires nunca atrás;
pues príncipe, soldado, o bufón en la corte,
si de mí precisaras, siempre me encontrarás.
Así como Jasón encontró el Vellocino,
y el telar de Penélope otro mito forjó,
nacerá una leyenda asociada al camino
que seguimos andando, tú por mí, por ti yo.
Y al final del viaje, llegando al mausoleo
en que cada leyenda firma su último adiós,
nos daremos las gracias por tan bello paseo...
y hasta el último trecho será cosa de dos.