viernes, 2 de mayo de 2008


Angustia




Mi mano amiga, mi ángel puro y sano,
evasión de las noches de desgarro
de un almacén de besos oxidados
que, furioso, me echaron en tus brazos:

El filo de navajas en la noche
dispuestas a sajar sin esperanza
las venas que gritaron mis pecados,
las lágrimas de amarte en rebeldía...

La confianza mortal en el Infierno,
la vorágine de golpes en cadena
que me inflingí por no sentirme vivo,
por ser bilis infecta entre tus labios.

Al final... soledad, angustia, fiebre,
llanto desde el cadalso de tus ojos
al cerrarse en mis manos para siempre,
cual las puertas de días más felices...

...muchos clavos. ¡Tan cruel es mi corona
que no permitirá que resucite!

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