Pasión encerrada
Tu mirada infinita, tu tranquilo semblante,
el silencio que apenas te dignas en romper;
las lágrimas que viertes cuando todos te ignoran
o no te quieren ver;
Tus mil y una manías, tu carácter tirano
son cosas que incomodan a quien huye de ti:
¡cuánto dieras, pequeño, por decir que al principio
tú no eras así!
Y pasa lento el tiempo por tus manos cansadas
de deshojar historias de tu mundo interior,
y pasa lento, y pasa, y en tu escasa memoria
te sientes vencedor:
pues has sobrevivido, todavía estás vivo,
en un mundo distante que tú piensas mejor,
aunque todos te vean no más que como un mueble
o incluso algo peor.
Pero quien te conoce, quien se acerca a tus ojos,
sabe que ha de quererte hasta verte partir.
Ahora sé que no es raro, sé por qué se te quiere:
¡hoy te vi sonreír!
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