El bramido del mar, en la tormenta...
rayos y truenos, cielo enfurecido...
¿qué son, si los comparo al punto
con la música de tu voz en mis oídos?
Mundos en ignición, auroras miles
que inundan el éter con su arrojo
se muestran sumisas y serviles
ante la luz que emana de tus ojos.
Copas del sauce llorón, plumas del ave
que, primigenia, ocupó el Edén sagrado...
¡no os esforcéis, no habréis de ser capaces
de igualar a la mujer a la que he amado!
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