domingo, 21 de marzo de 2010



CARTA A NINGUN HIJO


Tú me conoces, hijo. Aunque no hayas nacido
sé que me estás mirando, decepcionado y triste,
tirando a la basura abrazos que no diste
a un padre que lamenta nunca haberte tenido.

No fue que no quisiera. Nadie habría tenido
tanto amor para darte; pero si no viniste
-al pensarlo, mi alma aún llora y se resiste-
fue por cosas de adultos. No habrías entendido.

El amor, hijo mío, el que en la teoría
debió verte nacer, es culpable sin serlo,
de que no haya de verte crecer en este mundo.

Perdóname, pequeño... toda la culpa es mía;
quizá nazcas para otro, pero habrás de entenderlo:
¡Nadie te querrá nunca de modo más profundo!

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