Te tengo y no eres mía
Te tuve entre mis manos temblorosas
y te dejé escapar...
Me perdí en tus pupilas luminosas
y fuiste tú mi mar...
Viví mis noches absorto en tu mirada
de incandescente azul;
abrí los ojos, al contacto del mundo,
y allí no estabas tú.
Y los cerré, jurando no entreabrirlos,
permaneciendo así,
porque al mirar, más fuerte era mi angustia:
¡no estabas junto a mí!
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