Ocultaban sus ojos la tristeza
Y su cuerpo el cansancio de mil años
De amar en el silencio, sufrir daños
Buscando amor y hallando la belleza;
Mas fue belleza esquiva, y en su huída
Lo arrastró al fondo del abismo,
Lo encerró -siete llaves- en sí mismo,
Y así, poco a poco, se consumió su vida.
En el último adios, cuando pensaba
Que lo aguardaba el dolor, y la amargura,
Supo que, en algun sitio, alguien lloraba...
Y su mueca de horror tornó en sonrisa
De ternura sin fin, por la dulzura
De saber que, al menos, alguien aun lo amaba.
1 comentario:
Siempre hay alguien que nos ama, es bonito recordarlo y saberlo :)
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