¡TE VIACOMÉ!
Hoy te voy a comer como Dios manda,
pausadamente, a solas, en lo oscuro;
el presente de dos, hecho un futuro
labrado a besos en tu carne blanda.
Será inútil que huyas. Sólo anda:
mi alma te seguirá. Te lo aseguro,
será a la vez festín profano y puro,
gélido viento y cálida bufanda.
Devorarte y amarte, todo en uno,
intentando explicar en un soneto
que un día vas a ser mi desayuno;
Hacer que suene bello es todo un reto,
y ya que no hay cerca un pincho moruno...
¡VEN, QUE TE VIACOMÉEE! ¡TE LO PROMETO!
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