domingo, 21 de marzo de 2010



CARTA A NINGUN HIJO


Tú me conoces, hijo. Aunque no hayas nacido
sé que me estás mirando, decepcionado y triste,
tirando a la basura abrazos que no diste
a un padre que lamenta nunca haberte tenido.

No fue que no quisiera. Nadie habría tenido
tanto amor para darte; pero si no viniste
-al pensarlo, mi alma aún llora y se resiste-
fue por cosas de adultos. No habrías entendido.

El amor, hijo mío, el que en la teoría
debió verte nacer, es culpable sin serlo,
de que no haya de verte crecer en este mundo.

Perdóname, pequeño... toda la culpa es mía;
quizá nazcas para otro, pero habrás de entenderlo:
¡Nadie te querrá nunca de modo más profundo!

OH DIOSA POESÍA
(léase con o sin espacios, según el ánimo de la Musa)

Con el terrible impacto
de quien comprueba que resulta cierto
lo que antes sospechaba, y en el acto
se siente como en tierra de los Muertos,
tapó la Musa el corazón abierto.

Acaso descuidada,
sus dedos deshojando inspiraciones
y alguna que otra rima deseada
por quienes gustan de odas y canciones,
de su vientre vertiólas a la Nada
con un rictus de alivio en sus facciones.

Y fue justo ese día
cuando la cuenta atrás hacia el olvido
se hizo con cada alma que sentía.

...Tranquilos, no es real... ¡la culpa es mía,
sólo pensé qué habría sucedido
si mi Musa odiara la poesía!