viernes, 13 de agosto de 2010



Malagueña de pro, sonrisa en vena,
alas de colibrí en la mirada,
refugio del Amor ante la Nada
indecente y voraz que envuelve en pena;

adalid de las noches del Parnaso,
jinete sobre el viento que abre el día,
ondina de un arroyo de alegría
sumergida en las brumas del ocaso;

esa eres, por tanto así te veo,
gigante que se cree ser tan pequeña
aunque seas inmensa cual la peña
rocosa que domina el mar Egeo.

Cual Ulises viajo hacia tu pecho
ilusionado al fin, velas al viento,
ahogando en un grito lo que siento,
esperando que todo lo antes hecho

surja con fuerza al viento que respiro
como respiro el beso de tu boca,
alimentando el alma que te evoca,
languideciendo al tiempo que te miro.

Abraza ese vacío en que me encuentras
no más cerrar tus ojos ante el mundo;
te llenaré de amor, y tan profundo
entraré en tí tal como tú en mí entras.

ESMERALDA

Mi verso es esmeralda, y al ocaso
combate con ahinco y gallardía;
el rojo aquél que antaño tanto hervía
le ha dado al verde intenso su traspaso.

Los negros y ocres huyen del Parnaso
ante este colibrí, y en su agonía
permiten que se llene de poesía
al dejarla avanzar pasito a paso.

El nombre es de mujer -no es para menos-
y de piedra preciosa cual ninguna, 
más que el oro, las joyas o la rosa;

Si, ya sé que estos versos no son buenos,
aunque Erato no aumente mi fortuna
terminaré el poema... ¡y a otra cosa!. 

SIN DESPEDIRSE

Cremalleras de hierro que cierran el camino,
pasatiempos en blanco que nadie habrá resuelto,
apostar veinte a uno en contra del destino,
ver tus brazos abiertos cuando sepas que he vuelto.

Todos esos momentos inundan mi cabeza
cuando se hace más largo el puente hacia tus besos,
cuando los cuervos negros atacan mi certeza,
cuando el miedo se cala tan fuerte entre mis huesos.

Pero es sólo un momento: el viento se lo lleva
con la fuerza increible de la vida que viene,
salpicando en biznagas los caminos de pato,

y saldrá un sol radiante cada día que llueva,
por eso ya no temas que el marcharme me apene,
pues me llevo conmigo tu recuerdo más grato.


SONETO PARA CUANDO SE ME ACABE LA TINTA
(y II)

...y si en mitad del verso se me acaba la tinta
ya no podré decirte todo aquello que siento,
da igual que vaya escrito un verso sólo, o un ciento,
pero esto yo lo arreglo mientras bebo esta pinta.

Y aunque el verso no acabe y quede la rima extinta,
te diré que te quiero, y he de hacerlo con tiento;
no porque tenga miedo a que pienses que miento,
tú sabes que no es eso, es cosa bien distinta.
Si la tinta se acaba, nunca habré de decirte
lo que callan las rosas que envidian nuestras risas,
lo que lloran las gotas de lluvia en nuestra ausencia;

No diré que ya nunca de mi alma has de irte,
que en nuestro diccionario se borrarán las prisas...
en fin, que soy ya tuyo. No tiene tanta ciencia.




SONETO PARA CUANDO SE ME ACABE LA TINTA

La tinta se acabó, yo ya me lo temía;
la culpa, como siempre, alguien dirá que es mía,
mas creedme, conozco la verdad de esta historia:
se me acabó la tinta en medio de la euforia.

No es tan fácil, es sólo disfrutar la belleza
de versos que se vienen de golpe a mi cabeza,
para acabar el reto que me pone un amigo
o hablar de cómo quiero sentir amor contigo.

Y pienso que con otras cinco líneas que escriba
acabaré el soneto que empecé más arriba;
poco a poco, ha nacido otro ripio retado;

Sé que no es buen poema, pero eso no importa,
quiero beberme a sorbos esta vida tan corta...
¡y más ahora mismo que tú estás a mi lado!