martes, 25 de enero de 2011


DESPERTAR

Grito... ¡grito! y el alma se seca sin medida,
se licúa en mis ojos, y se me va la vida
detrás de tu presencia, y entonces siento el frío
de gritar sin que me oigan, en el fondo de un río.

Me calmo en tu regazo... -¡ya, mi bien, era un sueño!-
abro entonces los ojos, y se nubla mi empeño...
la noche con su angustia golpea mi mirada,
en mis brazos tenía tu vacío...¡y más nada! 

Tomo aire -"sereno, no te hundas, no hay prisa,
esto estaba en los planes, vendrán los días buenos"-
el teléfono suena; me pongo la camisa...

... Su voz es como el viento silbando entre el centeno:
"¡mi amor, muy buenos días!"... me devuelve la risa,
y otra mañana entiendo por qué la echo de menos.