sábado, 30 de agosto de 2008





Ocultaban sus ojos la tristeza
Y su cuerpo el cansancio de mil años
De amar en el silencio, sufrir daños
Buscando amor y hallando la belleza;

Mas fue belleza esquiva, y en su huída
Lo arrastró al fondo del abismo,
Lo encerró -siete llaves- en sí mismo,
Y así, poco a poco, se consumió su vida.

En el último adios, cuando pensaba
Que lo aguardaba el dolor, y la amargura,
Supo que, en algun sitio, alguien lloraba...

Y su mueca de horror tornó en sonrisa
De ternura sin fin, por la dulzura
De saber que, al menos, alguien aun lo amaba.

1 comentario:

Mariem-1- dijo...

Siempre hay alguien que nos ama, es bonito recordarlo y saberlo :)