domingo, 13 de diciembre de 2009


PASANDO PAGINA

...De nuevo la sombra tomó aquel libro entre sus huesudas manos. En la soledad de la caverna sonaba incesante el goteo de lágrimas dulces que se perdían entre las venas de la tierra, huyendo de aquél lugar maldito en el que todo era imagen de la tristeza... las ramas secas, tronzadas, de algun anciano árbol ya pulverizado por el paso de los milenios, el ruido de cientos de minúsculas patas de quién sabe qué insectos y alimañas que el ojo no era capaz de distinguir en la negrura de la pétrea sala... Nada era capaz de distraer la atención del encapuchado que se erguía en el centro de la cueva, con el libro en las manos, intentando recordar de qué le sonaba aquél nombre de mujer.

Entonces una luz se hizo en su memoria, y recordó de pronto. Ella estaba con él, en otro lugar, en otro tiempo que le parecía ya muy lejano, y su voz era como música en sus oidos; volvió a sentir olores, voces, e incluso colores de lo que había dejado atrás. Pero esto no lo hacía sonreír. Amargamente recordó que nada podría ya devolver la expresión a su cara, y esta bofetada de realidad lo hizo despertar de su ensoñación.

Contempló la última página de aquel libro y supo que no había forma de cambiar el final... No podía hacer nada, incluso por ella. No le estaba permitido. Así que, como un autómata, se caló la capucha de tela raída, recogió la guadaña que dormitaba recostada contra una pared de la caverna, y mientras sacudía las telarañas que habían quedado pegadas al inexorable filo, rogó por que en el último instante, cuando tendiese su mano a aquella a quien había amado tanto, ésta no lo reconociese, para no sentirse todavía peor.

Con la parsimonia de un ritual repetido tantas veces, dejó el libro sobre la mesa, y al cerrarlo vio, en letras de sangre, el nombre de mujer que tantas veces se había dormido en su boca, años atrás. Y salió de la cueva, dispuesto a cumplir el trabajo que nadie quería, que sólo un deshauciado como él había aceptado sin pensar en que incluso la Muerte, una vez, fue querida.

1 comentario:

juan ballester dijo...

Interesante esta historia, inquietante, que nos deja con ganas de saber más acerca de los dos personajes.