lunes, 4 de agosto de 2008


Cuando apoyo mis dedos en la triste ventana
en la que,en un descuido, tu nombre resucito,
pidiendo en el silencio tenerte en la mañana,
mi corazón, mi alma, mi vida, son un grito.

Te oigo dulce, y sueño, y muero, y me hago un río;
las lágrimas que antaño bañaron mis despojos
son hoy miel que alimenta mi corazón vacío,
arco iris al tacto del azul de tus ojos.

Cada voz, cada senda, cada ínfimo instante,
cada signo de vida te trae a mis recuerdos;
hoy sé que la cordura es a veces sangrante,
que un loco de amor sufre cuando se vuelve cuerdo.

Y firmo con Mefisto un pacto renovado
que me permita amarte sin perturbar tu calma;
amarte de este modo ya es ver el Otro Lado
oculto en mi silencio, en pago de mi alma.

Cerrarás tus cortinas al paso de mis besos,
pero quédate uno, y un abrazo, no más:
son mi amor hecho viento, penetrando en tus huesos,
y cuando estés dormida, sé que los notarás.

Y ojalá te estremezcas, y recuerdes, y sientas,
y quizás algún día me lo quieras contar;
liberando mi alma de esta muerte tan lenta,
yo te diré que nunca te he dejado de amar.



No hay comentarios: